¿Quién soy? ¿Qué hago aquí? ¿Para dónde voy?¿Qué voy a lograr?
Las mismas preguntas en tantos idiomas, en tantos lugares, en tantas generaciones diferentes. Las mismas preguntas en tantas edades, en tantas familias, bailando constantemente en la mente de tantos humanos diferentes.
¿Y la respuesta, dónde está esta respuesta? No hay ninguna respuesta que sirva a varios, ni hay una que sirva para todos los años. Somos plastilina en constante moldeo y mezcla de colores, somos una masa en definición permanente que hoy persigue un sueño y mañana no sabe cuál es la razón para seguir caminando, y luego se cansa de no tener razón y crea otra respuesta a todas estas preguntas.
Y el ciclo comienza de nuevo.
Y de nuevo.
Creo que el problema está en pensar que debemos dar una respuesta “correcta” y “única” a estas preguntas, como quien responde un examen de historia. Pero no, en cambio nosotros no estamos escritos en nuestra totalidad, y nuestras respuestas a estas preguntas pueden cambiar hoy y pueden cambiar pasado mañana, o el mes que viene. Somos plastilina de huesos, carne, sangre, neuronas, pensamientos, emociones y espíritu. Pero plastilina al final de cuentas, que se moldea a nuestro antojo; por más tiempo que tome moldear un bloque que ha estado fijo por muchos años, si la amasamos con paciencia y atención terminaremos por darle una nueva forma.
No somos historia terminada sino historia en proceso y las definiciones del pasado definen únicamente eso, nuestro pasado. Las definiciones de lo que seremos las tomamos en cada instante respondiendo a estas preguntas en la manera en que podemos y queremos responderlas en el presente. ¡Qué importa si la historia no es coherente! ¡Qué importa si quién eras ayer es muy diferente a quien quieres ser mañana! ¡Qué importa si por el camino cambias de idea y ya no quieres lograr A sino E!
Creo que a muchos humanos por estos tiempos nos está atacando el miedo a perder el examen, el miedo a dar la respuesta incorrecta y por ello preferimos quedarnos con la pregunta dando vueltas y no arriesgamos a darle respuesta. Creo que estamos maniatados esperando tener la respuesta que pueda dar soporte al resto de nuestros días, sin mirar con los ojos de la variedad y variabilidad de la vida. ¿Cuántas veces deberíamos responder estas preguntas? ¿Quién nos dirá si nuestras respuestas son correctas o erradas? ¡Qué importa!
Una vez sentimos la libertad de responder a una pregunta desde nuestro punto de vista, desde un desapego total y absoluto por tener la razón, las respuestas fluyen de manera más fresca y menos pesada. Cuando miramos la pregunta desde la posibilidad, desde la multiplicidad de caminos, desde la capacidad que tenemos para doblarnos y volver a comenzar desde una bolita redonda a darle forma a nuestra plastilina humana, entonces nos sentimos libres de responder, entonces nos sentimos libres de soñar esto hoy, y aquello mañana. Porque no somos árboles ni trenes que crecen y se mueven por donde tienen que hacerlo porque no tienen opción de moverse a su antojo para otro terreno o transitar por un lado diferente a las ferrovías ya establecidas. Somos autores de nuestra propia historia y ninguna historia interesante ha mantenido la misma trama ni los mismos personajes de principio a fin.
Tenemos la libertad, y la responsabilidad con nosotros mismos de hacer esta historia interesante, variada, rica de exploración, rica de sueños, extensa de alternativas y de intentos. Tenemos la dicha de ser autores de nuestro cuento, de transformarlo en novela de vez en cuando, con algunos capítulos de terror o romance, y de volverlo poesía cuando se nos antoje. Tenemos la dicha de ser los protagonistas y la autonomía de quitarle o ponerle características de personalidad a nuestro antojo, de transformarlo de héroe a villano en un minuto, y de volver a transformarlo en santo si se nos antoja. Seamos autores de nuestras respuestas a estas preguntas en cada momento, respondamos desde el corazón y sin miedo a equivocarnos porque equivocación es el título de una historia de aprendizaje; respondamos con la certeza de que no será la última respuesta, con la grandeza de libertad y la aceptación que mañana seremos otros y perseguiremos otros fines, y que nada hace más interesante una historia que estos giros.
Responde tus preguntas a menudo, con libertad de fallar, con libertad de soñar. La única libertad que nadie te puede quitar.
Alejandra Ruíz Gómez Noviembre 1 de 2020 Suesca, Colombia
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