Era miércoles por la tarde, habían pasado toda la mañana en ese colegio de grandes recorriendo los pasillos del museo de historia natural. “Colegio de grandes” así era como le decía Martín Muñoz, uno de los compañeros de Emiliano, porque aún no conocía la palabra universidad.

Se sentaron en un círculo en el piso, en una de las salas amplias del museo, casi a la salida, rodeados de cuadros y afiches de criaturas fascinantes de todas las esquinas del planeta. Uno de los guías, el más alto de los tres, los invitó a contar historias sobre los seres más extraordinarios que conocieran. “Especímenes raros” los nombró.

Entonces Isabela comenzó, recordando un capítulo que había visto recientemente en el canal de animales: — ¡Yo, yo! ¡Una babosa ninja! Yo la vi en televisión, tiene la cola tres veces más larga que la cabeza y le lanza a sus enamorados dardos de amor.— 

Todos rieron, porque Isabela siempre estaba pensando en el amor de una u otra forma.

Luego siguió Francesco contando cómo había conocido, en su visita a un país del norte, un maravilloso topo que parecía un topo pulpo porque su nariz tenía tentáculos— “Sí tentáculos, tentáculos rosados y flexibles como pequeñas culebritas”—decía.

Levantaron la mano también Manuel, Antonia, Federico y Julieta … Hablaron de diferentes criaturas, marinas, terrestres, aladas, unas con varios brazos, y algunas con lenguas muy largas, otras con curiosos adornos en el cuello, y otras cuyo color cambiaba con la posición del sol o de las estrellas. Hablaron de criaturas mitológicas que habían conocido en los libros y también de criaturas que habían visto en películas de caricaturas o en documentales de lugares exóticos del mundo. 

Tantas fueron las manos levantadas al mismo tiempo que Emiliano, no sabiendo cómo pedir la palabra, se subió en un taburete que tenía detrás y levantó las dos manos gritando con todas sus fuerzas —¡yo! ¡Yo! ¡Yo tengo el espécimen más raro de todos! —

Finalmente para su sorpresa lo vio el otro guía del museo, el más bajito de los tres, que demostró ser corto de estatura más no de escucha, y le dio inmediatamente la palabra a Emiliano abriendo con esta frase, como si fuera la cortina de un escenario, la historia de Emiliano— ¡Silencio todos!, nuestro amigo el del taburete quiere contarnos su historia sobre el espécimen más increíble que hallamos jamás visto—.

Entonces Emiliano tomó aire profundamente mientras en su cabeza intentaba recordar todas las características de esta criatura maravillosa, extraordinaria verdaderamente.

Comenzó con preguntas, como comienzan a hablar los buenos contadores de historias:

— Yo conocí la más especial y mágica de las criaturas… ¿saben cuántos brazos tenía? Cuatro, cuatro eran sus brazos, y también sus piernas. ¿Y cuántos ojos creen que tenía? Cuatro eran sus ojos, y también sus orejas. Tenía dos narices y dos bocas y sin embargo se veía como la criatura más hermosa de la tierra. Para que se asombren más todavía, si se le contaban los dedos de las manos, llegábamos a veinte, y con los de los pies sucedía exactamente lo mismo…

Todos los niños miraban con cara de asombro y fascinación mientras Emiliano contaba la historia y gesticulaba con sus manos subido en su pequeño taburete que comenzaba a sentirse como una tribuna digna de un dirigente político; los tres guías se miraban entre ellos intentando descifrar de qué espécimen raro estuviese hablando este niño, pues no contaban con él en su repertorio mental.

— Como si fuera poco, cuenta con dos cerebros, completitos, perfectos, e independientes el uno del otro— continuo Emiliano— y para que se sorprendan cada vez más, este no es su estado permanente, puede estar así en algunas etapas de su vida, y en otros momentos vuelve a tener sólo uno. Pero cuando está en esa etapa de súper poderes, tiene también dos corazones, ¡dos! Y cada uno late a un ritmo diferente y aunque estén estrechamente conectados, cada uno es capaz de amar de manera independiente. Para poder hacer que estos dos corazones funcionen correctamente, esta criatura maravillosa produce en sus venas, metros y metros de venas, el doble de sangre de la que otros de su misma especie tienen en el cuerpo. ¡El doble! Si aquellos de su especie normalmente tienen 6 litros, este espécimen logra tener en ese periodo de tiempo hasta 12 litros de sangre moviéndose día y noche, noche y día por sus venas y haciendo que los dos corazones tengan suficiente líquido para jugar.

Los niños intentaban dibujar en su imaginación esta criatura, pero les costaba cada vez más trabajo: cuatro manos, y cuatro piernas, veinte dedos, y dos cabezas, dos cerebros y dos corazones… y  ¡guau, cuánta sangre moviéndose por sus venas! Era difícil visualizarlo, comenzaban a preguntar qué tan alto era, de qué color, de qué país venía, cómo se llamaba y si podía verse un video en alguna página de internet.

Emiliano, que sabía perfectamente la respuesta a todas estas preguntas, continuó describiendo su espécimen raro con un dato que hizo estallar aún más la fantasía de sus compañeros y de los guías del museo:

— Y aunque ustedes lo consideren imposible, este ser extraordinario tiene una parte de su cuerpo que durante ese periodo fantástico crece más de 5 veces su tamaño normal, y como si esto fuera poco, al crecer crea otra parte del cuerpo adicional que nunca había existido sino hasta ese momento. Un órgano completamente nuevo que acompaña a esta criatura durante todo este periodo de transformaciones. Más asombroso es todavía que esa parte que se expande para ser 5 veces más grande, luego por arte de magia vuelve a su estado natural. Si se ponen a pensar, es mucho más de lo que se le infla la garganta a los sapos y las ranas… pero se le queda así por varios meses.

Llenos de curiosidad los guías del museo detuvieron la historia de Emiliano porque les urgía, como les sucede a la mayoría de los adultos, tener una respuesta ante lo desconocido. 

—Amiguito— le dijo el tercer guía que aún no había musitado palabra hasta este instante—está muy bonita tu historia, pero creo que nos estas hablando de una criatura más inventada que la de las películas de muñequitos…dinos cómo se llama y en dónde vive este ser impresionante por favor—.

Ante la insistencia, Emiliano sonrió como sonríe la gente cuando tiene el corazón llenito y dijo: 

—Ese ser extraordinario se llama mamá, y vive en mi casa. He tenido la dicha de verla transformarse para traer a mi hermanita al mundo, y es el ser más hermoso del planeta. La buena noticia es que cada uno de ustedes tiene una en casa, no tienen que ir a ningún museo a buscarla. Nuestras mamás son los especímenes más maravillosos que podemos encontrar, porque para traernos al mundo se transforman completamente y luego mágicamente vuelven a estar como si nada. 

Entre aplausos emocionados y algunas lágrimas de los presentes, llegó el final del día de museo y los niños salieron corriendo a abrazar (con el corazón llenito contagiados por el de Emiliano), a cada una de esos “especímenes raros” que los esperaban en la salida para llevarlos a sus casas.

ALEJANDRA RUÍZ GÓMEZ
Marzo 31 de 2022
Bogotá, Colombia

NOTA: este cuento fue escrito para y publicado en audio cuento por Cuéntame (Unimos a las personas a través de las historias. ❤️ 🎧📚Creamos audio cuentos para acompañar a las familias en su rutina de ir a dormir)

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