Todos sabemos ya que el mar está lleno de desechos generados por nosotros. Bolsas, botellas, petróleo, zapatos, latas, juguetes, y hasta barcos hundidos aquí y allá. Somos unos expertos en llenar el mar de desechos y lo hemos sido por generaciones.

Pero hay  un tipo de desechos que no son tan visibles a los ojos o al tacto. Los desechos emocionales. Existen tantos humanos que van (vamos) al mar a literalmente “botar” esas cargas emocionales tóxicas que traemos encima: ansiedades, deudas, matrimonios que no funcionaron, amores tormentosos, enfermedades crónicas, tragedias familiares, capítulos cerrados, amores imposibles, sueños resquebrajados, quebrantos de salud, nuestros años oscuros… El mar está repleto de desechos emocionales nuestros, que habría que mirar con ojos espirituales para validar su verdadero efecto. 

Si lo que Einstein decía es cierto, materia y energía son uno y lo mismo, entonces esos desechos emocionales se tienen que convertir en algún tipo de materialidad bajo las olas del mar.

¿Se alimentarán las tortugas marinas de los amores perdidos? ¿Jugarán las focas a pasarse unas a otras las ansiedades hasta que se calmen? ¿O tal vez los caballitos de mar usarán pedacitos de sueños rotos para mecer a sus numerosas crías recién paridas?

¿Y en las profundidades? Los desechos emocionales más pesados, más oscuros, caen a las profundidades del mar, allí tienen por fuerza que volverse luminosos, si pretenden alimentar algunas de las criaturas que habitan en el abismo antes que desaparecer en su propia oscuridad para siempre. El mar hace su trabajo digestivo, transformando sombra en luz, muerte en vida, partes en todo.

El mar sigue generando vida, una ola a la vez. 

Un granito de arena a la vez, el mar con su infinito amor transforma nuestras tragedias en ligereza, nuestro dolor en viento.

Dejemos espacio en el mar para la transformación exitosa de los desechos que realmente nos pueden intoxicar; para todo lo demás, ya es hora que aprendamos a ponerlos en su lugar.

Alejandra Ruíz Gómez
Santa Marta, Colombia
Noviembre 13  de 2020

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