Hay personas muy especiales que caminan por esta tierra llevando muy en alto la alegría como escudo. Sus heridas son tan profundas que ningún otro escudo podría servirles de protección alguna, se les quedarían corticos el de la rabia, el de la injusticia, el de la culpa e incluso el de la nostalgia. Se les quedaría cortico pero de lejos el de la tristeza, porque a estas personas especiales les han dado el mayor de los regalos: la posibilidad de abrir los ojos y darse cuenta que están vivos, aquí y ahora.
Recibieron el chance de volver a vivir, diferente; comprendieron que la vida es frágil y que puede finalizar en cualquier instante, cualquiera. Si la vida es tan frágil, ¿qué defensa puede darle la tristeza?. Si la vida es tan frágil, ¿qué defensa puede darle la amargura?
Hay personas que llevan la fragilidad de la vida en las manos, y eso las vuelve amantes de lo simple, que es realmente lo más grande: una mirada, un abrazo, una sonrisa, una tarde de juegos en un parque. La fragilidad de la vida les despierta las ganas de vivir cada día con más fuerza, con una sonrisa, con su escudo de la alegría, que más bien parece un estandarte.
Cuando tienes la oportunidad de volver a vivir sin haber muerto, comprendes que esa segunda vida es prestada como la primera, pero esta vez lo comprendes por primera vez.
Hay entre nosotros estos alquimistas de la realidad que tienen la valentía de trasmutar día a día sus tragedias en gozo, y de la manera más extraordinaria ser ejemplo de vida para muchos de nosotros que sin haber vivido ni la mitad de oscuridades, seguimos insistiendo en cargar el escudo de la amargura o aquel del enojo. Seguimos poniendo más peso a nuestros días, a nuestros años, ciegos a la realidad del regalo de la vida, a la realidad de la fragilidad de la existencia.
Hay personas muy especiales que caminan por esta tierra con la fragilidad de la vida tan clara que regalan sonrisas y abrazos, generosidad y risas que salen de sus corazones quebrados en miles de pedazos, de sus almas llenas de huecos profundos y dolores indescriptibles.
Hay personas que tienen una sabiduría mucho más allá de sus años y han sabido trasmutar el dolor en alegría porque comprendieron que es la única transmutación posible para seguir viviéndola, la vida.
Alejandra Ruíz Gómez Septiembre 4 de 2020