En mis años de vida no he experimentado un momento más determinante como este momento histórico, para visualizar de una manera tan radical cómo la “realidad” no es más que una interpretación de lo que desde nuestros zapatos experimentamos y que la descripción objetiva de esa realidad, así como el tiempo, siempre serán relativos.

Un momento maravilloso para obligarnos a salir de nuestros propios zapatos y ponernos los zapatos de otros, así sea mentalmente por medio de leer atentamente los comentarios en las redes sociales, o escuchando atentamente las conversaciones virtuales con familia, amigos y vecinos, además porque todavía no han dictado las normas de bioseguridad para ponerse zapatos ajenos.

En esta época de Pandemia las personas hemos experimentado el tiempo de maneras tan  diferentes dándonos cuenta en carne propia que aunque las horas del día son siempre las mismas, nuestra situación puntual, las actividades que realizamos y nuestra forma de ver la realidad nos hacen “sentir” que tenemos más o menos tiempo. 

Esta es para mí una de las primeras disrrupciones de este momento histórico, que sólo unos pocos tendrán el privilegio de abrazar. Privilegio que poco tiene que ver con clases sociales ni poder adquisitivo, ya que naturalmente habrá muchos de nosotros en todos los niveles de la sociedad que no ven la hora de regresar al statu quo, o al bien llamado “business as usual”, sin haberse dejado tocar por este momento extraordinario de revelación de la relatividad del tiempo, sin haberse dejado a atravesar por la sorprendente co-existencia de percepciones tan diferentes sobre una variable que para todos es exacta: las 24 horas del día. 

Y sobre todo sin haber aprendido que se vale todo cuando de percepciones se trata, y en lugar de tratar hablar de lo que pasa con nuestro tiempo como una verdad absoluta, permitirse explorar el variado abanico de todas las vivencias que estamos teniendo como humanos en este periodo. Todas válidas. Ninguna oficial, porque no existe una única conclusion cuando de percepciones se trata. Un ejercicio fundamental para abrazar el concepto de la realidad del otro que es tan válida como la nuestra así sea diametralmente diferente. Que es tan válida como la nuestra así “creamos” que el otro “debería” ser más como nosotros, es aquí precisamente donde la oportunidad de crecimiento se encuentra.

Al final, como decían los abuelos, independientemente de cómo percibamos nuestro tiempo, no hay fecha que no llegue ni plazo que no se cumpla.

Entonces cuando nos permitimos apreciar ese abanico, esas variantes de color de percepción temporal, en donde naturalmente estamos nosotros mismos, vemos las diferentes situaciones que estamos experimentando como individuos: personas que viven solas, y de repente no les queda un segundo de tiempo porque sus actividades laborales se multiplicaron, y el computador ha generado un campo magnético imaginario que los atrapa más de 14 de las 24 horas del día. Y en ese mismo grupo de personas que viven solas, vemos otros que por primera vez están sintiendo que les “sobra” tiempo, tal vez porque les han devuelto las horas que gastaban en el llamado “tiempo muerto”; las cuatro o más horas de transporte al día desde el trabajo a la casa y de regreso,  o tal vez porque sus trabajos quedaron en suspenso, o tal vez porque nunca se habían mirado al espejo y cuando uno se mira al espejo, de verdad con intención de mirarse, el tiempo se detiene momentáneamente y se alarga de una manera extraordinaria.

Personas de diferentes grupos confiesan que por primera vez tienen “todo el tiempo del mundo” y se lanzan a leer, a escribir, a tocar ese instrumento que estaba esperando colgado en algún lugar de la casa para “cuando tenga tiempo”… y personas que con esa misma sensación no saben qué hacer, les sobra tiempo y no ven en qué más ocuparlo, se levantan tarde intencionalmente para “matar horas del día” y que no se les haga tan interminable la jornada. Luego tenemos personas que por el contrario, confiesan no haber estado más cansadas nunca en sus vidas, que sienten que el tiempo se apretó, se contrajo. Casos de padres que trabajan con uno o dos hijos, donde no hay más remedio que hacer del break del trabajo un espacio para hacer las comidas y meriendas del día, acompañar los juegos y en el peor de los casos (como el mío) intentar fallidamente actuar como maestros de preescolar yendo en contaravía absoluta de tus talentos y habilidades. 

Sí, uno de los insights más reforzados para mi en esta realidad temporal, exótica y densa, es que cada uno tiene unos talentos maravillosos, y que debemos constantemente agradecer la existencia de los talentos de esos otros que nos permiten bien invertir el tiempo en ocupar nuestros propios talentos en lugar de fingir talentos que no tenemos… ¡Gracias a las maestras y maestros del mundo!

Volviendo al tema de las diferentes caras en la percepción del tiempo vemos también personas que manifiestan que sus días son interminables en la monotonía de sus cuatro paredes, no encuentran qué más hacer, ni por supuesto las ganas para hacerlo. Personas que ya se vieron todas las series y sagas dos y tres veces, y aunque sus vidas no fueran agitadas antes del encierro obligado, extrañan el libre movimiento de hacer lo que les venía en gana en el momento en que les venía en gana. Existen también otras tantas personas que desde hace años trabajan desde casa para las que el tiempo se mantuvo inalterado, exactamente igual a cómo siempre había sido; a estas personas no las afecta el tiempo pero si la libertad de lo que podían hacer con el, como a todos los anteriores.

Y por último están esas personas que ya estaban confinadas en sus casas o los espacios donde habitan por razones variadas y que tampoco tenían el privilegio de salir de allí libre y autónomamente, porque tal vez su condición de salud no lo permite o porque su edad ya les ha restado autonomía. Estas personas observan como todos los anteriores se debaten en una lucha contra el tiempo y las condiciones, mientras para ellos el tiempo y las condiciones son las mismas de siempre, o por lo menos las mismas desees años más recientes.

Y posiblemente existirán mucho más casos de los que he alcanzado a percibir, leer o escuchar en mis interacciones diarias, muchos más que nos puede costar trabajo incluso imaginar. Tantos puntos de vista, ninguno cierto ninguno falso simplemente existentes. Somos cada uno una realidad compleja y diferente, con tantas aristas y posturas como granos de arena en una playa. La lección poderosa por abrazar aquí es que se valen todas y cada una de las percepciones de todos y cada uno de los mundos que habitamos como humanos. La realidad no es más que la suma de sus partes, y sus partes son las vivencias de cada uno de nosotros: una masa heterogénea que sería muy difícil amalgamar, pero que bastaría aceptar para dar un salto de evolución. Aceptando que existen muchos otros diametralmente diferentes a nosotros y que nada de lo que piensen, vean, sientan o expresen los hace menos o más validos en esta realidad que es más una colcha de retazos de percepción que una masa homogénea, podemos dar un salto como humanidad, dejando atrás los cánones del “deber ser” en dónde muchas variantes de color no entran, cuando los colores son vibraciones, y las vibraciones viajan libres por el aire.

Alejandra Ruíz Gómez
Junio 10, 2020
Bogotá, Colombia

5 Replies to “RELATIVITÀ”

  1. deberías enviarlo a “EL ESPECTADOR”
    està muy bueno para columna en la sección “apuntes de la pandemia”

  2. Me encantó! Yo soy la sin tiempo leyendo esto en mis 5 minutos de break en el baño acompañada de mi bebé.
    Tantas realidades como personas.
    Loviu

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