Pero ¡¿estas seguro?!— gritaba ella por la quinta vez.

¡¡¡Sí, sí, sí mujer, lo he confirmado varias veces, en varios lugares, en varios periódicos!!! No hay duda alguna, todos nuestros problemas están resueltos: ¡Somos millonarios!—.

Y con el punto final de esa frase comenzaron a aparecer en sus vidas toda una suerte de problemas que nunca habían experimentado antes. Problemas de esos de verdad, de esos que no se solucionan con dinero.

Cuando quisieron ponerse de acuerdo sobre qué hacer primero, se demoraron más de tres meses discutiendo, gritando, enfadándose por lo uno, por lo otro. Nunca se habían visto tan llenos de rabia el uno por el otro, nunca. Incluso después de haber pasado tantas, pero tantas situaciones de angustia y estrechez. Nunca antes de este momento habían usado malas palabras para referirse el uno al otro, y eso era muy, pero muy triste.

Él quería inmediatamente irse a vivir a otro lugar; confesó el odio apretado que sentía por el lugar en el que habían vivido toda la vida. 

Ella, se negaba a creerlo; “¿Habría entonces fingido ser feliz todos estos años?” Porque hasta donde ella podía recordar las conversaciones previas a su nuevo estatus de millonarios, el siempre había dicho que el lugar en que vivían era un paraíso, su paraíso personal.

 —Vamos que está bien—pensaba— que podrían cambiar de casa, eso lo entendía. ¿Pero cambiar de lugar? ¿Para qué?—.

Ella por su parte, quería inmediatamente comenzar a viajar. Visitar todos los lugares más exóticos del mundo, en los que se vive en situaciones extremas y se aprende tanto de la vida, quería ir a la India, pasar por Nigeria y conocer todas las fabellas del Brasil. —Por fin llegó el momento— decía— de abrazar las verdades profundas de la existencia, ahora que no debemos preocuparnos más por lo mundano.

¿Cómo?— pensaba él. ¿De dónde había salido este deseo de trascender, de explorar el mundo en sus partes más deprimidas? ¡Ella!, ella que no podía salir a la calle sin una cartera de marca, sin sus zapatos de tacón (de marca también logicamente) y su abrigo nuevo para cada invierno.

En menos de un año se transformaron en dos extraños: dos medio millonarios que salían de su mansión, en una ciudad nueva que no conocían y que no los conocía, a buscar la felicidad en lugares donde jamás podrían encontrarla. 

Dos medio millonarios que jamás pudieron ponerse de acuerdo sobre qué hacer con tanto dinero, después de una vida entera de ponerse de acuerdo en cómo hacer rendir lo poco; no vieron otra opción que dividirse y gastar su media fortuna, cada uno por su lado, cada uno persiguiendo los sueños jamás compartidos en los más de veinte años de matrimonio. 

Cada uno mirando al recuerdo como a una caja llena de mentiras o verdades a medias, que se repitieron como un disco rayado año tras año, cada uno intentando finalmente encontrar algo que siempre habían tenido pero jamás habían comprendido. 

La felicidad es un lujo que incluso algunos millonarios no se pueden dar.

Alejandra Ruíz Gómez
Merano, Italia
Octubre, 2024

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