Nos quieren presionar sin que lo notemos, como plástico derretido, en los moldes que van definiendo como “valiosos”. El camino para volverte un X o un Y; los 7, los 12 o 15 pasos para ser como el personaje Q o el personaje N; la ruta más rápida para tener un cuerpo de medidas Z; sencillos pasos para ser rico en 3 días… lo han hecho con todo. Hicieron lo mismo con el emprendimiento. 

Por muchos años quien tomaba el camino del emprendimiento se sentía libre: estaba creando su propia realidad con sus propias reglas. Construyendo su universo empresarial, levantando lo que para el o ella tenía significado, aprendiendo en cada paso a decidir según lo que su sabiduría, valores y ambiciones le dictaban. El abanico de personalidades emprendedoras era vastísimo y ni siquiera nos enterábamos de las actividades diarias del uno, de los comportamientos del otro ni mucho menos de sus “estrategias para el éxito”. Los emprendedores eran valorados por sus logros, por sus resultados, por los empleos y ganancias generados (y casi siempre sólo por lo último lamentablemente). Pero en fin, cada uno tenía su manera, su modo de experimentar el camino, de crecer, decrecer, de tomar decisiones, de gestionar sus equipos. Se permitían claramente descubrir su manera, muchas veces a costa de prueba y error, entendiendo que error es el título corto de lección aprendida.

Y poco a poco se fue creando el molde, la idealización de lo que es y no es ser un emprendedor. Un aspiracional construido de retazos de los más esto y los más aquello. Se definió un proceso y se tildó de fracasados a todos aquellos que intentaron caminar (o correr) ese proceso y no lograron conformarse con el molde que les estaban vendiendo. Conformarse, extraordinaria palabra que significa, desde los materiales y procesos, tomar la forma de algo; pero que en este contexto significa además estar contento con lo que es tiene y quedarse con ello así se quiera algo más o algo diferente. Los emprendedores se están conformando con el molde que les están vendiendo, y siguen a los influencers del emprendimiento buscando ser más como X o Y, creyéndose el cuento de que si el o ella lo lograron haciendo el paso 2 y 3, entonces ellos podrán lograrlo también. Abandonando tristemente en cada paso su esencia, esa que hace que ellos sean ellos y no un material que fácilmente se puede meter en un molde pre-definido. 

¿Qué va  pasar cuando todos los emprendedores salgan igualitos y en masa al mercado? ¿Cuando no exista ninguna diferencia entre ellos, en la manera como ven el camino, como asumen cada paso? Un desastre sin personalidad. Se habrá perdido ese camino de libertad, esa posibilidad de ampliar el abanico de experiencias y versiones del mundo de los negocios que antes era tan rico.

Creo que todo emprendedor debajo de la investidura de ese rol, es un ser humano; y como todo ser humano lo más valioso que puede tener para construir ese rol, es su historia y su visión única del mundo, derivada de las maneras en que ha vivido, interpretado y aprendido de esa experiencia única. Visualizarlo como una materia prima que debemos fundir y meter en un molde con la probabilidad muy alta de tener que cortar algunas “rebabas” (pedazos) que aunque valiosas no caben en el molde, me atormenta. Dejar de lado algunas partes que no caben en el molde predefinido sería perder la posibilidad de ver surgir nuevas formas de negocios y empresa, sería un atentado contra la diversidad y la libertad de crear.

En lugar de tratar de fundirlo y meterlo en un molde para darle la forma del emprendedor “ideal”, quiero ayudarle a crear una empresa que sea como una masa blanda que vaya tomando su forma, que vaya conformándose a su manera, con su estilo, de acuerdo a sus luchas. El emprendedor es el molde de su emprendimiento. Su visión, sus valores, sus sueños, sus creencias más profundas son los que deben dar forma a su sueño empresarial. 

No creo que alguien necesite convertirse en emprendedor para luego crear su empresa: es un proceso paralelo. El uno moldea al otro y viceversa. 

Tenemos que respetar la autenticidad del humano en el proceso, buscando transformar por medio de sus ingredientes fundamentales la nueva realidad de su negocio. Mientras más auténtico sea el emprendedor, más exitosa será su empresa en el sentido más amplio de la palabra, donde el éxito no es algo que definen otros sino la descripción de lo que cada cual quiere lograr en su vida, y no hay un molde para ello. Porque el humano detrás del emprendedor necesita caber en ese sueño, necesita sentir que también está construido para el/ella y no para un extraño— para ella, sus visiones y maneras particulares de ver el mundo, no para ella que se ha transformado en la versión socialmente aceptada de lo que es un emprendedor.

Creo en un camino más fluido y menos acelerado, donde los emprendedores puedan recobrar la libertad de crear bajo sus reglas y principios, donde se respete la esencia y se rompan los moldes en masa, para dar espacio a la creación de piezas únicas.

Alejandra Ruíz Gómez
Bogotá, Colombia
Agosto 17 de 2020

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